La organización del festival Mundo Idiota ha aportado -aunque de forma indirecta- una idea o solución más para franquear y superar el problema del acceso de los más jóvenes a las salas de conciertos.
El evento, que se celebró el pasado domingo 31 de octubre en el Palacio Vistalegre del madrileño barrio de Carabanchel, permitió el acceso a los menores, siempre y cuando no accedieran a la parte baja del recinto, la del foso. En este caso la prohibición no se refería tanto al hecho de que se consumieran bebidas alcohólicas -disponibles en distintas zonas de la plaza de toros cubierta como recinto público que es-, sino a la seguridad física que se pretendía para los menores. Y bueno, después de ver y participar incluso en algunos de los 'walls of death' que se organizaron espontáneamente durante la actuación de Lendakaris Muertos, creemos que la medida es adecuada y como tal debe ser aplaudida y difundida.
Una vez más, se ha demostrado que cuando se quiere se puede, y que las medidas o vías de solución para integrar a los menores en los conciertos son muchas y diversas. Los responsables de Mundo Idiota también habilitaron una rampa especial para minusválidos, desde cuya parte más alta pudieron asistir a los conciertos sin las incomodidades inherentes al recinto.
Por nuestra parte, enhorabuena a quienes hicieron posible la asistencia de menores al festival. También nos gustó que se pudiera entrar y salir presentando un sello de tinta que colocaba el personal de seguridad. Quién sabe, quizás dentro de unos años podamos hablar de los actuaciones de seguridad sin tener que hacer mención de la ubicación de las localidades, de la actitud de los vigilantes y de ese largo etcétera que aún pone a nuestro país en la cola de este tipo de ‘entertainment’ organizado.